miércoles, 21 de septiembre de 2011

¡La belleza (física) de ser madre!

Hace años escuché un cuento que narraba la historia de un niño pequeño que estaba perdido: Él se había soltado de las manos de su madre en lugar de provincia donde había mucha gente, porque se celebraba la feria anual de su pueblo. Cuando los organizadores del evento, que habían venido de la Capital, le preguntaron al chico cómo era su mamá, para tratar de hallarla, el niño la describió como la mujer más hermosa del mundo, más bella que todas las mujeres de las revistas de modas y que todas las actrices de cine. Su madre, decía el niño, tenía las manos más suaves, el cuerpo más cálido, la voz más dulce y el cabello más encantador que existía, por lo tanto, quienes encontraron al niño buscaban a una especie de Miss Universo entre la gente, hasta que encontraron a una mujer llorando, desesperada llamando a su bebé, esta mujer era una linda señora, con los atributos normales de cualquier mamá de provincia, nada de tacones o maquillaje, nada de escotes en su ropa. Una señora más bien bajita y gordita, entonces pensaron que se trataba ahora de otro niño perdido, porque sus patrones de "belleza" no se correspondían con la dama que tenían frente a sus ojos... pero pronto se dieron cuenta de que aquella señora era realmente la madre del pequeño perdido, y que para cualquier hijo, su madre es la mujer más bella del Universo. Estoy de acuerdo.

También he escuchado miles de veces aquello de que toda mujer es bella, y aquello otro que dicen los peluqueros: no hay mujeres que no sean bellas sino que están mal arregladas. No estoy de acuerdo.

 Como todos los seres humanos, las mujeres podemos ser feas o bonitas, pero esto dependerá del espejo donde nos veamos. Los estándares de belleza de la sociedad donde vivimos, porque la fealdad o la belleza son cosas absolutamente subjetivas. Es decir, si a mi me parecen lindos los hombres rellenitos, es porque me crió uno que era así o porque mi gusto es distinto al de otras mujeres, aunque los medios de comunicación impongan tipos con cuadritos en el abdomen, con caras de gafo, sin afeitar y mostrando los interiores más arriba del pantalón. Pero los medios y la sociedad son poderosos e imponen modas donde la "perfección física" depende de lo que ellos decidan, y quien no cumpla con sus requerimientos (es decir, inmensa la mayoría de la gente) entonces se sentirá acomplejado, comprará sus miles de productos adelgazantes, sus maquillajes, sus tintes, sus costosísimos artilugios y se operará hasta las orejas si logra recaudar el dinero necesario para darse ese "lujo". O sea, ellos convierten a la población (femenina y masculina) en sus esclavos modernos, los que viven y trabajan en función de ellos.
Hoy día las mujeres que se operan los senos lo cuentan hasta en los ascensores, como si se tratara de una especie de bolso de moda que se compraron, como algo necesario de lucir para sentir que encajan en la sociedad que les exige "¿verse bien?"... unos senos postizos son tan necesarios para las "mujeres modernas" de hoy como un celular cuyas miles funciones casi nunca se usan realmente. Los adornos que nos imponen las modas acaban siendo necesidades para muchos... el asunto es laaaargo y debe analizarse con más tiempo del que dispongo esta tarde, pero a donde quiero llegar es que de esa misma manera, los medios de comunicación y la sociedad materialista en que vivimos, nos imponen patrones que pueden perjudicar la maternidad y por lo tanto a los hombres y mujeres del mañana: nuestros hijos e hijas de hoy.

"No doy pecho para no ¡dañar! mis senos"
Increíblemente, muchas mujeres dejan de darle pecho a sus hijos para no "dañar" sus senos. Los senos son para dar pecho,  esa es la razón por la cual existen, no son un adorno que Dios nos puso para vernos más sexys. Tienen una razón de ser que va mucho más allá. El pecho de una madre es el primer lugar en el mundo exterior a donde nuestros hijos se sentirán a salvo, allí sienten nuestros latidos del corazón, lo más cercano a como los sentían en el vientre y éstos les dan la tranquilidad de saberse protegidos. El pecho materno es suave, tiene una textura especialmente "diseñada" para que la piel de nuestros bebés, delicada y sensible, pueda acurrucarse. Es cálido y mantiene a nuestros recién nacidos a una temperatura ideal. Pero lo más importante es que brinda a nuestros hijos el mejor alimento, la mejor calidad de vida y la más importante fuente de salud durante, al menos, su primer año de vida.
Es falso que el pecho se "dañe" por usarse para lo que sirve, que es para alimentar a nuestros bebés. Tan falso como aconsejarle a un hombre que no use demasiado su órgano reproductor porque se le gasta, se puede "dañar" o puede verse más feo si lo usan para lo que les sirve. No es precisamente un adorno que traen de nacimiento, tiene una utilidad y debe dársele un uso responsable.  Claro, en nuestra sociedad, machista y absurda, a nadie se le ocurriría darle tal consejo a un hombre, pero a las mujeres nos dicen que si damos pecho luego nos veremos feas, seremos menos atractivas para los hombres, etc. Todo se plantea en función de que las damas seamos "artículos para caballeros", lo cual es una barbaridad, porque nuestra función principal no está precisamente en vernos "bonitas"para ellos según los estándares de modistos famosos o de modas impuestas por quienes no tienen idea de lo que es ser MADRE.  Es por esto que debemos reflexionar, ¡darle a nuestros hijos lo mejor de nosotras no nos hace feas por Dios! nos hace bellas, útiles de verdad, responsables y formadoras de niños y niñas que podrán participar en una sociedad distinta, donde la belleza tenga un concepto mucho más amplio que el de los senos XXXL que tienen ahora los maniquíes de las vidrieras del "Tijerazo".  Las cosas más bellas, las más satisfactorias y las más imprescindibles de la vida, como el amor, la felicidad, la nobleza, la entrega de una madre o los sentimientos de un hijo son  absolutamente invisibles a los ojos.
Claro, si por alguna razón no podemos dar pecho a nuestros bebés, la leche maternizada y los biberones no nos hacen peores madres o peores personas, porque a los niños hay que alimentarlos y mantenerlos contentos y saludables. El asunto es que a veces ni siquiera lo intentamos para no "echar a perder" el cuerpo o porque no disponemos de tiempo, pero por supuesto, a un bebé no debe dejársele sin alimento o deshidratado sólo por intentar amamantarlo aunque no se tenga la suficiente leche o exista algún problema orgánico que impida que el niño se alimente. Ambos extremos son peligrosos y nocivos para la salud y bienestar del recién nacido.

Trajes de baño "enterizos" para las mamás ...
¡Mostrar el vientre lleno de las rayitas de las estrías es una raya mayor, tía!, dijo un día mi sobrina que apenas es una adolescente, cuando vio que yo tenía la intención de ponerme un traje de baño que dejaba ver mi barriguita súper estriada... esto quiere decir que ya, sin haber sido madre, se está formando el complejo de lo "fea" que se va a poner cuando su vientre crezca producto de un bebé. Es increíble que esto sea así. Siempre he pensado que en una sociedad más avanzada el hecho de tener estrías debería ser una especie de " trofeo", la prueba de que hemos sido madres, que hemos cuidado a un bebé dentro de nuestro ser, un ser que se estiró y se estrió para que cupiera en él un nuevo individuo... y eso es simplemente MARAVILLOSO. No es feo, no da asco, como me dijo una vez el esposo de una amiga... por el contrario, da motivos para estar orgullosa de haber dado vida dentro de nuestra propia vida.
Mi vientre fue la "primera cuna" de mis cuatro hijos, es un lugar encantador dentro de mi cuerpo, un lugar donde la magia de la vida se hizo realidad, y eso es más importante que lo que opinen personas que no tienen la suerte de valorar lo que hay que valorar en la vida.
Así que les propongo que la próxima vez que vean a una mujer con estrías en la pancita, de esas que sólo ocurren producto de la maternidad y que son motivo de grandes ganancias para los cirujanos plásticos, le digan por ejemplo: "qué linda tu barriguita, ¿tienes niño o niña? y la feliciten por la bendición grandísima de ser dadora de vida, mamá y primera cuna de alguna personita especial y maravillosa.


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