Muy a pesar de quienes creen que las mujeres no siempre somos las más adecuadas para cuidar a un bebé, la naturaleza se impone y da a la mayoría de las mujeres un "don" especial que hace que sientan la necesidad de proteger a los niños como un instinto, algo que está intrínseco en ellas desde que se formaron en el vientre con las características femeninas de la raza humana.
Por supuesto hay muchas madres "desnaturalizadas" que pueden maltratar y hasta causar la muerte a sus propios hijos, pero ellas son la inmensa minoría, pues lo natural, lo instintivo, y además lo socialmente enseñado a las mujeres desde la niñez, es el cuidado hacia los bebés por los cuales las niñas sienten amor y ternura desde temprana edad y como un hecho natural, que surge de ellas sin más estímulo que los sentimientos.
Siempre critiqué que a las niñas les dieran muñecas y juegos de tacitas como regalos, en vez de cosas "divertidas" como las pelotas de los niños, pero cuando tuve hijas entendí que ellas, por naturaleza, se sienten atraídas hacia la idea de ser mamás y de cuidar bebés, porque esto es algo que llevan en su ser como parte de su naturaleza femenina.
Siempre critiqué que a las niñas les dieran muñecas y juegos de tacitas como regalos, en vez de cosas "divertidas" como las pelotas de los niños, pero cuando tuve hijas entendí que ellas, por naturaleza, se sienten atraídas hacia la idea de ser mamás y de cuidar bebés, porque esto es algo que llevan en su ser como parte de su naturaleza femenina.
Simplemente los seres humanos, mientras están en etapa de desarrollo, es decir, en la infancia y adolescencia, necesitan a sus madres, por una cuestión natural: ellos no se saben defender solos durante los primeros años de vida, requieren alimento, abrigo, amor, protección y guía. Es por esto que también de una manera instintiva, natural, el bebé busca el pezón de la madre tras el primer abrazo, y llora cuando tiene frío o cuando necesita la seguridad y protección que le brinda el sólo contacto con su mamá. Por naturaleza, el bebé grita y llora cuando se siente solo y requiere tener la seguridad de que no lo está.
¿Cambiar cantidad por calidad? Este "cliché" es un error.
En nuestras sociedades modernas, las madres, gracias a la lucha de muchas mujeres que llevan siglos intentando que las condiciones femeninas lleguen a ser aunque sea parecidas a las masculinas, no dependemos económicamente de los padres de nuestros hijos, sino que podemos salir a trabajar, nos preparamos, estudiamos y nos hacemos capaces de asumir solas las necesidades básicas de alimento, vestido y educación de los niños, y muchas veces escuchamos aquello de que más vale calidad que cantidad, por lo cual creemos que podemos dejar nuestros hijos todo el tiempo al cuidado de terceras personas con tal de darles "calidad" el poco tiempo que estamos con ellos... esto es absolutamente justificado cuando de verdad no tenemos otra opción, hay que salir a trabajar 8 horas diarias como mínimo, más las horas que nos quita el tráfico, los estudios y otras actividades que se hacen fundamentales, casi obligadas para la subsistencia de la familia, pero hay que tener en cuenta siempre que el niño o niña crecerá mejor, más seguro y feliz, cuanto más tiempo le dediquemos.
Debemos reconocer que muchas veces olvidamos lo prioritario, que es ese cuidado natural y necesario que nuestros bebés requieren de su madre y sólo de ella, la presencia física, la compañía, es fundamental en las primeras etapas del crecimiento de un niño o niña, y es por esto que, de ser posible, vale la pena sacrificar un poco la cantidad de horas laborales o los lujos que podemos darnos con el dinero que ganamos en determinada actividad, si esa actividad va a repercutir en la cantidad de tiempo que damos a nuestros hijos e hijas. La "cantidad" es importante, es crucial, porque nuestros niños y niñas no pueden esperar a estar con nosotras para ir al baño acompañados o para pedir un abrazo, o una explicación. Todos los momentos de la vida de nuestros hijos son importantes y es por esto que las mujeres de hoy debemos valorar el tiempo y tratar de darles el máximo en "cantidad" y también en "calidad".
Un ejemplo
Tengo una amiga que es una gran mujer, trabajadora intachable, que muchas veces lleva trabajo a su casa, y por cierto, tiene una casa espectacular, dotada de todo tipo de lujos, y claro, por cuestiones de trabajo, tiene varios teléfonos carísimos y debe mantenerse impecable, por lo cual gasta muchísimo en peluquería y en ropa, pero sus hijos pequeños pasan todo el día al cuidado de otras personas, que los atienden con amor y con esmero, pero que jamás pueden ofrecerles aquello que "por naturaleza" tenemos las madres para nuestros hijos. Mi amiga tiene un vehículo súper costoso, pero siempre está cansada, por lo que "la calidad" de su poquísimo tiempo es muy relativa. La pobre vive estresada, tiene muchas cuentas que pagar para estar "al día" con las exigencias que se plantea, típicas de nuestra sociedad consumista.
Yo creo que sus niños serían felices con menos lujos y más mamá, aunque tuviesen que andar en un carrito más barato y sin black berry, creo que serían unos hombres y mujeres mejores para el futuro si, auqnue no fueran al colegio más caro, pudiesen ir al parque en las tardes con su mami. Creo que estos pequeños van a crecer y que la madre podría dejar para mañana el dinero que puede hacer hoy porque la prioridad hoy son sus hijos e hijas. Tal vez sea yo la que estoy equivocada, pero no creo, y temo mucho por el futuro de nuestro mundo, que en gran parte ha perdido su "esencia natural" por no analizar las consecuencias de nuestras propias acciones.
Un mundo al revés
El mundo no es natural. Comemos y bebemos cosas que contienen químicos y preservativos, utilizamos máquinas para todo, hasta para broncearnos, y las madres que se dedican a sus hijos son vistas como personas que no se quieren a si mismas, si no lucimos como profesionales exitosas, sentimos que somos menos, además de ganar menos y depender más, lo cual es duramente criticado precisamente por las mujeres que defienden nuestros derechos, pues de alguna manera la maternidad es vista como un trabajo que repercute para bien en el desarrollo del niño y para mal en el desarrollo de la madre, que debe buscar su propio éxito profesional, cuestión que se "entorpece" si hay que "cuidar muchachos". También está la búsqueda de la "perfección" en el cuerpo femenino, que según los entendidos en el mundo de la belleza moderna, se deteriora al tener bebés o al amamantarlos. Esto es una locura. El dedicarnos a nuestros hijos no está bien visto en el mundo de hoy y mucho menos está recompensado. Muy por el contrario, en Venezuela, las madres que se han dedicado con exclusividad a la crianza de sus niños son las que corren más riesgos a la hora en la que el padre machista, acaudalado o con poder político, quiera privarlas de la Patria Potestad de sus niños y niñas, hay escasa información acerca de qué hacer y los funcionarios públicos que debían defendernos están abarrotados de trabajo... al menos eso ocurre en Caracas y en algunas otras ciudades del interior del país, donde los tribunales LOPNNA simplemente se burlan de las amas de casa y se pasan por encima de las leyes naturales y de las leyes nacionales, y por lo tanto, de necesidades prioritarias de los niños y niñas. En fin, el mundo está al revés.
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